Blog de prosa con historias del segundo sexo que sanan.

lunes, agosto 21, 2006

LA ENTREPIERNA JUSTICIERA DE ENMA SUAREZ

Quien no ha deseado alguna vez ser rápid@ y astut@ como una ardilla roja, y darle una buena lección a un bocazas desconsiderado o a un manos largas. Anda, venga, quien no lo haya deseado que tire la primera piedra...

Julio Medem es el poeta del cine español, vasco, o las dos cosas. Cada cual que lo mire como mejor le convenga.

La de momentos apasionantes que he pasado recreándome en los detalles de su poesía audiovisual. Si algo es destacable en Medem es su capacidad para traducir metáforas al lenguaje visual, la simbología para descubrir la pasión y el amor en toda su complejidad y en su vertiente más extraordinaria y sublime, más que en la cotidiana.

Aunque parezca mentira, no quería hablar de Medem, ni siquiera de sus películas. Más bien quería comentar lo curioso que me resulta el mecanismo de funcionamiento de retención en la memoria de las personas. Hablando con un amigo sobre una película de Medem, "Tierra", me decía que no recordaba la trama principal, sin embargo sí se acordaba de uno de los temas subordinados; el sabor a tierra en el vino. Huelga decir que no estoy llamando borrachuzo al amigo en cuestión. Más bien, que mi memoria también es selectiva. Recuerdo con gran simpatía dos escenas heroicas de la película "La ardilla roja". La primera es esta en la que un adolescente listillo le da un manotazo en el culo al personaje de Enma Suarez, Eli, y ésta le da una lección de antología, sin más arma que la astucia y su entrepierna (el muchacho fijo que no lo vuelve a hacer más en su vida). La otra, la escena en la que ese "Manolo" desconsiderado trata con un desdén despótico a su mujer, pero ahí está Enma Suarez de nuevo, jugándose el tipo para hacer justicia y decirle lo que tod@s hubieramos deseado.

Siempre he pensado que el heroismo no sólo está en los grandes hechos históricos. Es más difícil ser una heroína o un heroe en la vida cotidiana. Ahí es donde se hace historia y se cambian las mentalidades. Porque, quién no ha deseado en algún momento momento de su vida darle una lección a un bocazas desconsiderado o a un manos largas ...

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