Blog de prosa con historias del segundo sexo que sanan.

domingo, mayo 31, 2009

CAÑIZARES Y LA ZAPATILLA O MARCAR LA X DE LA IGLESIA CATOLICA

Pertenezco a una generación en la que a las personas mayores, se les tenía un respeto. En general esa consideración era merecida. Emanaba de la sabiduría que daban los años de experiencia junto a la templanza que se imprimía al ánimo y que sin duda infundían respeto. Si esto no era lo suficientemente convincente, no importaba, lo acompañaba la zapatilla de tu madre en tu trasero.

Digo esto porque no es una actitud propia, al menos la que una espera de una persona de la edad de Antonio Cañizares, Arzobispo de profesión, que con ese aspecto de abuelo y en traje de faena salga hacer declaraciones que restan importancia a los abusos de todo tipo a menores, entre los que se encuentra la pedofilia.

A la escasa moral de sus declaraciones, él que tanto gusta presumir de tener y a la que apela constantemente, se unen la hipocresía.

Me pregunto donde quedan ese respeto profundo de la vida y de la dignidad del ser humano, el examen de conciencia católico y el acto de contrición en sus últimas declaraciones. En ellas, sugiere que el aborto es peor que los abusos sexuales cometidos en las instituciones irlandesas gestionadas por órdenes católicas.

Sobran los comentarios a este respecto, pero una confirma la hipocresía de algunas almas de Dios escuchando este tipo de manifestaciones. La jerarquía católica intenta hacernos creer que es más importante una vida que todavía no se ha creado que una que ya existe. La que ya indudablemente existe, no tiene mayor importancia siempre y cuando pueda ser manipulada o marcar la x de la iglesia católica en la declaración de la renta para que sigan manteniendo este tipo de actividades.

En definitiva este señor será muy mayor y todo eso y yo mantendré ese respeto subconsciente sobre las personas mayores, pero en este caso me van a tener que aplicar la zapatilla oiga.

La iglesia conocía el abuso endémico de 35.000 niños.

jueves, mayo 14, 2009

LA ESPANTAJA DE LOS MELONES


Cuando para explicar el comportamiento de un semejante, se acaba la filosofía, los argumentos lógicos y el racionalismo, sólo queda decir una cosa: eres la espantaja de los melones.

El semejante en cuestión, aunque la ciencia va a tener que demostrarme que este sujeto y yo pertenecemos a la misma raza, es Silvio Berlusconi. La existencia de este personaje ya es una prueba viviente en sí, de que para ser Presidente de un gobierno democrático tampoco hay que ser la persona más lista de clase, ni siquiera estar bien de la cabeza o tener un poco de amor propio.

Y digo esto, porque por si fuera poco nefasto tener que soportar sus iniciativas políticas con aroma a rancio, por no decir cosas peores, es indescriptible por lo que tenemos que pasar las personas normales y de bien, cada vez que abrimos un periódico y vemos a Silvi en una noticia. Desde que matar a una persona por celos sea un atenuante, que presente una lista a la elecciones europeas con mujeres guapas, sólo por que lo son, escucharle hablar sobre la inmigración o verle en una visita oficial esperando a Angela Merkel escondido detrás de una estatua para hacer una gracieta, vaya me van a perdonar, pero creo que no merezco esto.

El ser humano siempre está dispuesto a superarse a si mismo. Por si habíamos pasado poca vergüenza ajena con George Bush o José María Aznar, este muchacho ha superado todas las expectativas. El climax de su historial meritorio, llegó hace unas semanas cuando leí que se insinuaba que frecuentaba a una menor y esto no produjo un rechazo en su Italia natal, sino que más bien era algo natural y hasta divertido. Me pregunté entonces que tipo de personas son las que votan a este elemento.

No se crean que me pienso acomplejar porque en España hayan existido personajes como Aznar, porque ya he explicado en diversas ocasiones la clase de fauna que también puebla nuestras llanuras lo más recóndito de nuestros bosques... Pero aun así, todo este comportamiento payasesco creo que no sería bien aceptado en España.

Para ahondar en la calidad de este comediante político, a la pregunta que un periodista le hizo en su país sobre porqué hacía estas cosas siendo Presidente de Italia, él contestó muy resulto que si no las hiciera, no sería él mismo. Al parecer la criatura, que tiene alma de estrella del rock, concibe que el principal cometido del Presidente de un país es eso; ser él mismo, todo un reto político, social y personal.

No me quedan más palabras que decir, que ahora me doy cuenta a quien se referían esos humoristas españoles cuando repetían una y otra vez: la espantaja de los melones.