
Ya lo dijo Hegel que para cada tesis existe una antítesis. Si bien no soy una feminista de la diferencia, debo decir que me encantó la antítesis de Luce Irigaray a la "envidia de pene" de Freud; por cierta y por irreverente. El trabajo en que abordaba ésta y otras críticas a teorías del mismo corte es "Speculum" . La que por cierto le costó la expulsión como profesora de la escuela freudiana de París.
Speculum, supone la deconstrucción del falocentrismo de Freud y otros pensadores que a lo largo de la historia nos han intentado presentar a la mujer como el opuesto simétrico del hombre. Esta definición resulta determinante para anular la autonomía de la mujer, simplemente el ser. De este modo el hombre aparece como el ser pleno y la mujer se define a través de él como deficiencia respecto al hombre.
Freud no ve a la mujer como un ser pleno y autónomo, sino como un hombre castrado. De hay la teoría sobre la envidia de pene. En Speculum, Irigaray con una profunda ironía crítica a el freudianismo, al que acusa de no reconocer la especificidad y autonomía de la mujer, sino que la entiende como fallo en relación con la del hombre. Define entonces la antítesis a la envidia de pene de la siguiente manera "es el hombre el que ve no ve en la niña nada que se parezca a él y se queda horrorizado por ello. Entonces construyen un paralelismo entre el miedo masculino a la castración y la envidia femenina de pene; pero es el hombre el que tiene miedo a la castración y el que quiere ver reflejado ese miedo en la mujer. Si el tranquilizador espejo femenino no diese esta imagen, es decir, si la mujer no sintiese envidia de pene, se vendría abajo la construcción masculina narcisista".
Un elemento interesantísimo que Irigaray aporta al debate en contraposición a las relaciones propuestas por Freud, madre-hijo, padre-hija, es la relación madre-hija. Speculum es un libro a explorar detenidamente.
En definitiva, como soy una amante del psicoanálisis, o mejor dicho del autoanálisis, he sacado en conclusión que después de todos estos años puedo decir con certeza, ni miedo a equivocarme, que hasta este día no he sufrido ningún síntoma que me haya hecho pensar que sea presa de la envidia de pene. Quizás Freud confundió en la mujer heterosexual la palabra envidia con la palabra deseo, pero en este caso creo que también habría más de un hombre heterosexual con envidia de vagina...
Freud no ve a la mujer como un ser pleno y autónomo, sino como un hombre castrado. De hay la teoría sobre la envidia de pene. En Speculum, Irigaray con una profunda ironía crítica a el freudianismo, al que acusa de no reconocer la especificidad y autonomía de la mujer, sino que la entiende como fallo en relación con la del hombre. Define entonces la antítesis a la envidia de pene de la siguiente manera "es el hombre el que ve no ve en la niña nada que se parezca a él y se queda horrorizado por ello. Entonces construyen un paralelismo entre el miedo masculino a la castración y la envidia femenina de pene; pero es el hombre el que tiene miedo a la castración y el que quiere ver reflejado ese miedo en la mujer. Si el tranquilizador espejo femenino no diese esta imagen, es decir, si la mujer no sintiese envidia de pene, se vendría abajo la construcción masculina narcisista".
Un elemento interesantísimo que Irigaray aporta al debate en contraposición a las relaciones propuestas por Freud, madre-hijo, padre-hija, es la relación madre-hija. Speculum es un libro a explorar detenidamente.
En definitiva, como soy una amante del psicoanálisis, o mejor dicho del autoanálisis, he sacado en conclusión que después de todos estos años puedo decir con certeza, ni miedo a equivocarme, que hasta este día no he sufrido ningún síntoma que me haya hecho pensar que sea presa de la envidia de pene. Quizás Freud confundió en la mujer heterosexual la palabra envidia con la palabra deseo, pero en este caso creo que también habría más de un hombre heterosexual con envidia de vagina...