La siguiente entrada es la reproducción del correo remitido a la Protectora de animales "Huellas", donde adopté a Antón. He querido publicarlo como un pequeño y merecido homenaje a Antón, y también para dar a conocer lo maravilloso que es adoptar un animal. Si algún día queréis experimentar la sensación de ser queridos/as y sois capaces de mantener esa responsabilidad: info@protectorahuellas.org
ATT. Protectora Huellas
Queridas Isabel y Tina:
Ayer falleció Antón.
Hoy recuerdo la ilusión con la que rellené el formulario de la
protectora el verano del 2005. Aunque yo siempre había querido tener una
perrita bóxer nunca olvidaré el sentimiento que me produjo ver la mirada serena
y sobria de las fotos de Antón, la misma que mantuvo durante toda su vida. Leí su historia y la biografía sobre su carácter
e inmediatamente supe que ya no podría querer otro compañero más que él.
Recuerdo también, ahora, el día que fui a recogerlo. Todos
los perrillos se acercaron ladrando hacia la valla menos él, que permaneció
sentado mirándonos con su mirada serena. Alguien dijo: mira, parece que sabe
que vienen a buscarle. Y las últimas palabras de Isabel diciéndonos que era un
perro muy dulce y que lo cuidáramos mucho.
Sobre esto le diré a Isabel que intentamos hacerlo lo mejor que supimos,
aunque a veces tenía la sensación de que era Antón más bien quien nos cuidaba a
nosotros.
Como toda relación ha habido sus dificultades en el camino y
éstas solo la han fortalecido y han incrementado nuestra admiración hacia el carácter
de nuestro magnífico compañero de viaje. Durante nuestra travesía juntos Antón nos
ha dado una lección de coraje y superación antes las adversidades.
El único defecto que nos parecía tener era que no le
gustaban los niños. Cuando me quedé embarazada de mi hijo, esto era una idea
que me preocupaba bastante. Por el cariño que le teníamos, el respeto que se
había ganado día a día y el sentimiento de responsabilidad que sentíamos hacia
él, decidimos darle una oportunidad. Cuál fue nuestra sorpresa cuando al nacer
mi bebé vimos el instinto de protección que desarrollo hacia al niño. Incluso
cuando él sentía que el pequeño estaba enfermo se tumbaba a su
lado.
Hoy mi hijo tiene dos años, pensábamos que no se había dado
mucha cuenta de la ausencia de Antón hasta que al llegar a la guardería y
saludarle la profesora se ha puesto a llorar diciendo algo sobre Antón que no
hemos llegado a entender. Lógicamente
hemos comprendido que a su manera el niño sabe que nuestro querido amigo ya no
está.
Al salir de la guardería he pensado que cuando adoptamos un
animal pensamos en nuestro anhelo de tener un compañero, en disfrutar de su compañía porque nos gustan
los animales, o incluso como me decía un amigo esta mañana nos creemos que le
estamos haciendo un favor al animal. Sin embargo, en ese mismo momento he sido plenamente consciente de que el favor
nos lo hacen ellos a nosotros/as, con su cariño, su compañía, su lealtad y
todos los valores que nos aportan con su comportamiento y que nos hacen
reflexionar y crecer como seres humanos.
No importa las veces que te caes, sino las que te levantas
Todas las personas que tienen una mascota dirán si se les
pregunta que la suya era especial. Y será cierto, porque nuestros seres queridos
son especiales para nosotros/as. Yo me declaro culpable también y diré que
Antón era especial, por muchas cosas, pero personalmente le recordaré siempre
por un rasgo de su carácter que me resulta inolvidable, a mí y a todas las
personas que le conocieron: su espíritu de superación ante las adversidades.
A menudo bromeábamos quienes conocimos a Antón sobre si era
un perro o un gato porque había sobrevivido a tantas adversidades que parecía
que tenía 7 vidas. Alguien dijo una vez que un héroe es aquel que cuando todo
está perdido aguanta cinco minutos más. Ese era Antón. Así fue hasta el final y
así le recordaré yo.
Al salir de la guardería he pensado que para consolar a mi
hijo le escribiría un cuento contándole la vida de Antón como un ejemplo de que
lo importante no son los problemas que surgen durante nuestro camino, si no el
espíritu de superación para vencer las dificultades sin desfallecer. No importa las veces que te caes, sino las que
te levantas.
¡Gracias Antón por enseñarnos esto, te queremos!
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