Yo era joven y lozana cuando ya escuchaba aquella frase “conocer la historia para que no se repita”. También era joven cuando iba a la EGB y asistía con gran interés a las clases de geografía e historia. Entendía como una responsabilidad individual y colectiva que no se repitieran los mismos errores una y otra vez.
Recuerdo una clase en concreto, como si fuera ayer, en la que aquella profesora magnífica, doña María Jesús, nos explicó la restauración borbónica y el turnismo pactado en el poder, de los partidos de Cánovas del Castillo y Sagasta. Lo curioso de estudiar la historia, cuando eres joven, es que no entiendes como los contemporáneos a la época son capaces de soportar tamaños abusos y hasta aliarse contra sus propios intereses, con sus enemigos de clase. Esto, sin no poca perplejidad, lo entiendes después. Llámenme picajosa, pero yo recuerdo la clase de restauración borbónica y alternancia de los partidos liberal y conservador y no veo muchas diferencias con la situación actual española. Somos nuestra idiosincrasia histórica.
También recuerdo, ya entrados los 80, la clase sobre la guerra civil española. No nos la dio doña María Jesús. Curiosamente lo hizo la Directora del colegio. Parece que teníamos una rebelde en las filas del claustro de un colegio privado, ahora concertado, en el que el párroco del pueblo venía a darnos clases de religión y de paso decirnos a las chicas que debíamos ser limpias pero no curiosas. A él le hacía mucha gracia este juego de palabras, que seguramente debía considerar muy ingenioso. Para incondicionales de la justicia, diré, que viendo que la justicia celestial no le paraba los pies, se conformó un comando terrenal que le largó más de un canutillazo de arroz, por estas y otras lindezas.
Pero volviendo a la clase de historia sobre la guerra civil. Tampoco es que tuviera mayor importancia, porque mientras el episodio de la II Guerra Mundial duró una semana, la de la guerra civil española no superó una hora. Las conclusiones de la clase no fueron otras que; existencia de dos bandos y pérdida de la guerra del bando republicano por su desorganización y disensiones. No se permitieron preguntas en la sesión.
Me tomó un tiempo comprender, porqué se hablaba de dos bandos en la guerra civil española y en casos idénticos como las dictaduras latinoamericanas hablamos de golpes militares o en los casos de Alemania e Italia hablamos de nacismo y fascismo. De este modo, vemos a la Fundación Francisco Franco con espacios televisivos insultando la dignidad de las personas demócratas y decentes en general, de este país, como si fuera algo absolutamente normal. Esto no sucede porque sí, nos da una pista de quienes se encuentran ocupando los cargos de peso en las instituciones judiciales, ejecutivas y legislativas. Que a día de hoy no se diferencian mucho de quienes ocupan los de los consejos administrativos de los grandes poderes económicos y financieros.
Hace unos días mi hijo me preguntaba qué pasaría si un avión cae en el mar. Mientras yo trataba de explicarle que las personas, dentro de nuestra humanidad, inventamos mecanismos de socorro y apoyo mutuo, como los equipos de rescate o salvamento marítimo, me ha venido la idea de los barcos de ongs que se encuentran en el Mediterráneo. Las guardias costeras de Libia e Italia no les avisan cuando hay personas inmigrantes en riesgo de muerte y hasta tratan de sabotear su trabajo. Miles de personas mueren porque no nos importan sus vidas. Con tal de que no pisen nuestra tierra, hasta la muerte nos parece una opción. Porque la ultraderecha nos ha convencido de que son una amenaza. En su empeño por tapar que la corrupción de los poderes económicos en connivencia con los políticos, son quienes nos roban a manos llenas las arcas públicas, nuestro trabajo, nuestra vida, nuestra dignidad.
A mi me ha dado vergüenza pensar que si mi hijo supiera esto, qué le podría yo explicar sobre la humanidad. También me ha producido tristeza pensar, que algún día lo sabrá.
A mi me ha dado vergüenza pensar que si mi hijo supiera esto, qué le podría yo explicar sobre la humanidad. También me ha producido tristeza pensar, que algún día lo sabrá.
Todas esas personas que pasaron por la clase de restauración borbónica y turnismo en el poder, pero que la clase no pasó por ellas/os. A quienes no se preguntan porque las dictaduras en latinoamerica son golpes de estado militares y en España lucha entre dos bandos. A esas personas que hacen videos y apología diaria del racismo y la aporofobia. Que no piensan que los/as inmigrantes nos pagan las pensiones. Que son seres humanos que proceden de países donde hemos explotado sus recursos y hemos provocado guerras para controlarlos. Que no piensan que cuando los poderes económicos, con sus tentáculos sobre el poder político y los medios de comunicación, son quienes dictan que todos/as tengamos o no ayudas sociales cuando nos encontramos en situación vulnerable, que tengamos o no unas condiciones de vida dignas: trabajo, sueldo, prestaciones económicas, vivienda, etc Son los responsables, porque son los que nos roban ahora e históricamente. Hay recursos para todas/os, pero ellos quieren el monopolio de la riqueza. El 90% de la riqueza se encuentra en manos de un 10% y no son inmigrantes, ni lo han ganado por ser emprendedores. Lo han obtenido robándonos o explotándonos.
Cuando salen a la luz escándalos de las dimensiones del expolio de recursos públicos al nivel que hemos visto en el PP y en la monarquía de los Borbones, sacamos el fascismo, la xenofobia y la bandera de España a pasear. Así la gente no piensa en quienes nos están robando las posibilidades de vivir una vida digna. Dense cuenta de la urgencia de Pablo Casado, cuya carrera y máster son obtenidos por medios corruptos, de hablar sobre una falsa invasión migratoria. Los/as inmigrantes mantienen en la actualidad el sistema de pensiones español, la derecha lo ha expoliado a millones, para su disfrute personal. ¿Quién es aquí el enemigo de los intereses de las españolas/es de a pie?.
Cuando nació mi hijo yo le escribí en su libro de vida aquella poesía de Goytisolo “Palabras para Julia”. A un hijo no se le puede decir más. A una persona con un mínimo de humanismo, tampoco. “Tú dignidad es la de todos”, recitaba el poeta. Porque cuando nos da igual y hasta nos parece bien que una persona se ahogue en el Mediterráneo, que sufra un calvario de violencia tratando de llegar a Europa o cuando confundimos a quienes nos roban con nuestros salvadores, hemos perdido nuestra dignidad. Hemos dejado de ser humanos/as para convertirnos en lo que los poderes económicos han deseado siempre: siervos/as.