Blog de prosa con historias del segundo sexo que sanan.

lunes, julio 30, 2018

COGÉRSELA CON GUANTES

"Somos naturaleza y pensar la vida al margen de la biosfera es simplemente un construcción cultural errónea e ilusa". Yayo Herrero.

Me niego a ponerme un guante de plástico para coger la fruta en la tienda. ¿Pero en qué momento y a quién se le ocurrió la brillante idea de que es poco higiénico?. ¿De dónde ha salido este pijismo absurdo, sin criterio, ni sentido? Quiero decir, vas a un bar y le metes el morro a un vaso que han utilizado cientos de seres humanos y para coger una fruta tienes que liarte a gastar plástico y generar más contaminación. ¿Qué se supone que tiene la mano de otro ser, que no tenga su boca y no se pueda quitar con un poquito de agua del grifo?.


Porque claro, que no te toquen la fruta con la mano, que no es higiénico. Aunque luego no te comes ni la cascara, pero da igual, no es higiénico. Eso sí, después hínchate a glifosato con la fruta y sobre todo las verduras callaíto, callaíta. Ahí ya mezclar veneno con comida, no pasa nada.
− Perdone señora se tiene que poner los guantes para coger la fruta.
− Pero si estoy cogiendo un melón. Nadie se come la cáscara.
− Es la norma. Para todo igual.
− Pero las normas tienen que tener una lógica. Luego cobráis las bolsas para disuadir a que no se utilice tanto el plástico.
− Ya...pero hay que ponérselos.
− Anda toma que me llevo el melón.
− ¿Quiere una bolsa?.
− Pero, ¿la vas a tocar con las manos?.
Silencio. 
− Es una broma hombre. No, gracias. Traigo una.

sábado, julio 28, 2018

¿QUIÉN ES EL JUEZ MANUEL PIÑAR?

Juana Rivas ha sido condenada a cinco años de cárcel, seis años de inhabilitación para ejercer la patria potestad de sus hijos, pagará una indemnización de 30.000 euros al maltratador, y se hará cargo de todas las costas del juicio. Maltratar ya no sale gratis, ahora te pagan por ello.
Más allá de la indignación por la propia sentencia, la argumentación que exponen los magistrados en casos como este, o como el de la manada, y que roza el ensañamiento con la parte más vulnerable, nos lleva a pensar en quiénes están detrás de esas sentencias.
No me voy a desgastar hoy diciendo que este elemento es uno de esos herederos del poder franquista atado y bien atado, o un misógino, un facha o un enfermo sin diagnosticar. Tampoco voy a entrar en el debate de qué es esto que llaman justicia o democracia. Acabaría en el monte o en un banquillo por la ley mordaza. Todavía sin derogar, por cierto.
Pero juzguen ustedes. El Juez Manuel Piñar, magistrado de Granada, tiene en su haber sentencias como las siguientes:
• 2018. Juana Rivas. Cinco años de cárcel, seis años de inhabilitación para ejercer la patria potestad de sus hijos, indemnización de 30.000 euros al maltratado. Pago de costas. Argumentación: “Los hechos muestran que ella decide separarse en el verano de 2016 y por sí misma o porque alguien que le asesora, se percata que hay un escollo importante con la guarda y custodia de los dos niños y para obtenerla a su favor, decide explotar el argumento del maltrato”.
• 2012. Huelga general. Condena a tres años de presión a un estudiante de medicina y una parada por su participación en un piquete informativo.
• 2011. Arremete contra la Fiscalía General del Estado por su excesivo celo en la aplicación de la violencia de género. “Se está llegando a quitar la dignidad a determinados varones que son denunciados y sometidos a tediosos y rigurosos procedimientos, que con frecuencia comprenden detención y escarnio público, lo que no hace sino alimentar la violencia”.
• 2008. Absuelve a un conductor que conducía ebrio. Según su opinión: “ en los controles de tráfico se vulnera el principio de igualdad de quienes consumen alcohol, frente a quienes consumen otras drogas. Multitud de drogadictos pueden inundar nuestras vías con la seguridad de no ser detectados”
• 1999. Rebaja de la indemnización solicitada por una mujer, a consecuencia de un accidente de tráfico, porque: “la cicatriz producida sólo se ve en situaciones íntimas y cuando la mujer viste traje de baño. Además la secuela podría ser incluso un elemento de atracción física”.
Hace apenas unos meses veíamos muy indignados al CGPJ y a sus señorías manifestándose, no por la dignidad de la justicia y en contra de quienes la ofenden, si no en contra de que la ciudadanía pudiera opinar sobre su función, que es pública y sintieran que se les removía el sillón, recordándoles al servicio de quienes deberían estar.
Como diría Fernando Fernán Gómez. ¡Váyanse ustedes a la mierda!. ¡A la mierda!.

sábado, julio 21, 2018

DIARIO DE BÚSQUEDA DE PISO EN UNA ZONA GENTRIFICADA

Hoy, me lo he pasado muy bien en esa gran aventura en que se ha convertido buscar piso en Madrid.
Por las tardes, me pongo las zapatillas de deporte, me pinto la cara con betún y me pongo la canción de Rocky para coger calle. 
Hoy, concretamente, he quedado a las siete y media con la administradora de un edificio de apartamentos, que por cierto, no terminaba de llegar nunca. En ese afán de no decirte el piso, para que no contactes directamente con la propietaria, no tenía ni idea de a qué portero llamar y allí no aparecía ni Blas.
- Mierda, me he dejado el móvil de esta señora en casa.
Al pasar los minutos han llegado otras personas. Como he deducido que venían a ver el piso también, les he preguntado si sabían cuál era la planta para llamar. Nada.
Con treinta minutos de retraso aparece nuestra querida guía turística tan pancha.
- Qué pronto han venido, ¿no habíamos quedado a los ocho?.
- No, a las siete y media.
- A las ocho menos cuarto, replican los otros candidatos a inquilinos.
En el momento en que nos ha invitado a decidir quién entraba primero, la señora que ha venido acompañando a su hijo, me ha metido un bolsazo para colocarse delante y gritar que ellos entraban primero.
Yo, la verdad, me he tenido que aguantar la risa viendo a un ser humano en plan tiburón de los negocios, por un zulo pagado a 600 euros.
- La chica ha llegado primero. Ha dicho el hijo.
Al oír la chica me he girado a mirar para atrás pensando que se nos había unido alguien, pero como al parecer, la chica era yo, les he pedido que subiéramos todos juntos, si no tenían problema.
Adela, la guía turística, nos ha llevado a unos a un apartamento y a otras a otro. La presentación ha sido muy divertida. Porque, reconozcámoslo, hay que ser muy ingeniosa, para presentar algo que una vez has entrado, ya lo has visto todo. Comedor, baño y cocina todo de una pieza y en la parte de arriba la habitación. En La Habana, a principios de los 90 hicieron lo mismo con las casas coloniales que tienen los techos muy altos. En la parte de abajo todo, excepto el dormitorio que se construía sobre un techo colocado a media altura de la habitación. Esto lo hemos llamado hacinamiento inhumano en Cuba, aquí en Madrid, que los techos son mucho más bajos, los mismos capitalistas lo llaman apartamentos cuqui o loft. En inglés suena siempre mejor.
Adela me ha señalado que mi niño se iba a divertir mucho subiendo por las escaleras a la parte de arriba a dormir. Yo he diferido un poco. La gente de izquierdas siempre tocando los cojones, ya se sabe.
- A mí me parece un poco peligroso, ¿no?, un niño de 6 años subiendo por esta escalera de metal. Tan alta. Tan empinada. Lo bueno es que si se cae, muy lejos no va a ir, porque cuantos metros decía el anuncio que tiene… Bueno da igual.
- Los vecinos son muy majos. Me dice la señora en un intento de retenerme.
Ahí me viene la imagen del momento en que he sacado la cabeza por el balcón, en un intento de que no me diera un ataque de claustrofobia. He recordado cuando era pequeña y vivía en el campo: las encinas, el sol, los campos de girasoles, el olor a tierra, la lluvia mojándote, el canto de los pájaros, el crujido de la leña en la estufa, la botas llenas de barro…Zas, un trapo en toda la cara. Vaya que majo el vecino y que listo: paga 600 euros por un zulo que no pasa de los 30 metros cuadrados y pierde medio metro colgando una bandera de España. Eso es lo que quiere una tener vecinos majos e inteligentes que saben defender sus intereses, y su clase social. Igual me acerco a por un poco de sal. Para romper el hielo.
He salido de mi ensimismamiento, cuando Adela me ha sugerido que si la escalera era un problema tenía otro apartamento con el dormitorio en la misma planta que el resto de habitaciones. Lo voy a resumir así: la gran ventaja de este último apartamento cuqui, es que por cien euros más, si coges impulso desde el sofá, te tiras directamente a la cama. ¡A qué mola!