Blog de prosa con historias del segundo sexo que sanan.

jueves, noviembre 15, 2007

EL AMIGO ANTERIORMENTE CONOCIDO COMO ENTRÓPICO

Después de leer a los grandes filósofos he desmitificado mucho la sabiduría de algunos personajes históricos, hasta tal punto, que aunque sin renunciar a ella he ido abriendo mi mente al descubrimiento de grandes filósofas y filósofos urbanos. Reales e ingeniosos/as como la vida misma.

A veces una siente una frustración tan grande ante la incomprensión cuando quiere hacerse entender, que esta mañana a modo de desahogo le he soltado a un amigo, enfundada en un maximalismo sarcástico, que el mundo no me entiende. Mi amigo salcubista, (el artista conocido anteriormente como entrópico), experto en filosofía urbana y gran maestro en la técnica de leer entre líneas me ha expuesto con esa naturalidad que le caracteriza la teoría que ha salvado la mañana: hoy el mundo no te entiende pero piensa que cuando te llegue a comprender será para siempre. Otras teorías, en las que se sustenta la principal, y con las que hace una reflexión sin miramientos son: que hay que saber aguantar mientras merece la pena y repartir cuando se termina la conveniencia de la situación o que ya que Dios es amor, entenderá que a veces esta muy bien que te lo den, pero que llega un momento en que hay que corresponder y repartir. (Nótese los tintes marxista sobre el concepto de redistribución).

Mi querido amigo entrópico, es un filósofo que a veces me hace reír por su espontaneidad, como cuando me recuerda esa frase que tanto le gusta de Simone de Beauvoir "Atractivo es lo que tienen algunos hasta que se lo creen" y otras me hace ponerme tan trascendental que vuelvo a creer en el ser humano. Me produce sensaciones como el personaje de Caye en la película de Fernando León "Pincesas"esa persona tan entrañable, con un sabor agridulce, que pensaba que a lo mejor era hoy el día en que cambiaba su suerte y había que estar atenta porque lo mismo estabas hablando por el móvil y te pasabas el desvío que conducía a tu destino y sería una verdadera mierda, la misma que pensaba que lo peor de morir no es que no haya nada después, sino que dada la vida que le toca vivir a algunas personas, haya una vida igual que esta. Esta última reflexión, no tendría nada que envidiar a Shopenhauer. Filosofía urbana en pura esencia.

Saludos al amigo salcubero ahora que se nos va a Guinea. Vamos a echar de menos su comprensión tan infinita como el mar que verá desde la isla Bioko. Esta vez sólo le pedimos que se acuerde de nosotras/os cuando mire la inmensidad de ese mar...